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Mecanismos para Innovar de Forma Sostenible

Mecanismos para innovar de forma sostenible

La innovación es sinónimo de incertidumbre, o al menos eso es lo que siempre tendemos a pensar. Desarrollamos nuevo conocimiento o exploramos nuevas formas de aprovechar el ya existente abriendo nuevos caminos inexplorados, dónde estimar con sentido es muy complicado. Existe pues, un riesgo inherente asociado que no podemos mitigar. ¿O sí se puede? En este artículo, te demostramos como la sistematización puede hacer posible una innovación mejor y sostenible.

La innovación suele ser sinónimo de incertidumbre, ya que desarrollamos nuevo conocimiento o exploramos nuevas formas de aprovechar el ya existente, por lo que se tiende a pensar que hacer una innovación sostenible es casi imposible dado el alto riesgo inherente. Demostremos cómo la sistematización puede hacerlo posible.

Para comenzar este artículo, me gustaría primero explicar qué significa para mí el término “Sostenible”. Formalmente, se refiere a la capacidad de explotar un activo durante un largo tiempo sin agotar sus recursos o causar un daño grave. Luego, a nivel empresa, a partir de esa definición podríamos interpretar que innovar de forma sostenible es la acción de llevar a cabo iniciativas de I+D+i recurrentes en el tiempo, sin que esto cause impacto negativo alguno en los recursos empresariales.

Para mí, la sostenibilidad va incluso más allá de esa definición formal. Para mí, sostenibilidad significa la búsqueda del equilibrio en la explotación de un activo sin sacrificar su futura capacidad de renovación. Una definición que tiene matices económicos, medio ambientales y sociales.

Para que se entienda fácilmente, imaginaros que quiero poner placas fotovoltaicas en mi empresa para que el grueso del consumo eléctrico tenga origen en una fuente renovable y limpia como es el sol. Ya que soy un empresario 100% comprometido con el cuidado del medio ambiente, pretendo evitar, en la medida de lo posible, el uso de energía derivadas de otras fuentes más contaminantes como puede ser el carbón. Hablamos de una iniciativa a la que, en teoría, no se pueden poner peros, tanto por la acción en sí como por el trasfondo moral.

Sin embargo, imaginaros que ese empresario decide poner los paneles más caros del mercado con los ROIs más extensos del mercado y lo hace, además, con la mejor de las intenciones, ya que quiere demostrar que su apuesta por la sostenibilidad va en serio. El problema es que hablamos de un mercado dónde la tecnología avanza a pasos agigantados, luego es muy probable que llegue un momento en que por el hecho de haber comprometido su instalación a largo plazo deje de ser sostenible por sí misma.

Por un lado, su instalación, por el deterioro inherente al tiempo, irá perdiendo rendimiento de forma paulatina, y por otro, el desarrollo de nuevos diseños más eficientes y materiales más avanzados hará que llegue un momento en que su instalación esté por debajo de los mínimos del mercado. En otras palabras, con esa apuesta de coger los paneles con mayor ROI del mercado, tomada con la mejor de las intenciones, se sacrificó la futura capacidad de renovación de la instalación, y lo que iba a ser una iniciativa 100% sostenible en todo su ciclo de vida, dejó de serlo en algún momento.

Moraleja: cualquier iniciativa de sostenibilidad debe ser estudiada como un sistema complejo con un propósito global en el que cada componente precisa, igualmente, de un estudio propio pormenorizado o reduccionista.

De nada sirve, por tanto, conseguir únicamente el propósito global del sistema si por el camino se dan resultados adversos derivados en alguno de sus componentes. Y esto teniendo en consideración que no existe el sistema ideal y siempre van a aparecer contratiempos inesperados, pero hemos de aspirar a que su dimensión sea la mínima posible respecto a la consecución del propósito global.

 

Definición: Innovar de forma sostenible

A partir de aquí, es sencillo, ahora sí, sacar una definición clara y completa de lo que es innovar de forma sostenible: “Innovar de forma sostenible consiste en desarrollar un porfolio de iniciativas I+D+i cuya repercusión o time-to-market sean consecuentes con la naturaleza, mercado y tecnología que competen a cada proyecto, generando un equilibrio ideal, presente y futuro, entre la actividad propia diaria de la empresa y el porfolio de iniciativas innovadoras, equilibrio que ha de extenderse a la dimensión económica, medio ambiental y social”.

Parece, por tanto, que innovar de forma sostenible es un Win-Win para todos los entes implicados: para la empresa que hace la inversión (economía), para el cuidado del entorno presente y futuro (medio ambiente) y para los ciudadanos que se benefician de ella de forma más o menos directa (sociedad). Entonces ¿por qué existen aún empresas que no tienen la innovación en sus estrategias y planes directores?

Para dar respuesta a esta pregunta, voy a citar algunas líneas de uno de los artículos anteriores que elaboré, y que os invito a leer, titulado: Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i): Implicaciones que puede tener para mi empresa. En este artículo, afirmaba lo siguiente:

  • “La principal causa de la falta de sistematicen de la innovación a nivel empresarial es el desconocimiento sobre esta materia.”
  • Existe el falso prejuicio de que innovar es caro porque al no sistematizarse se asume como un gasto, en vez de como una inversión.”
  • “Existen mecanismos como las financiaciones, las subvenciones a fondo perdido o las deducciones y bonificaciones fiscales que ayudan a hacer sostenible la innovación.”

Analicemos ahora, afirmación por afirmación:

 

1. EL DESCONOCIMIENTO

Es un hecho más que contrastado que, hasta que no se da el paso de sistematizar la innovación, las iniciativas en esta materia funcionan por impulsos. Y si funciona así, es muy difícil o casi imposible que el mindset innovador cale en todos los estamentos empresarial es al nivel necesario para descubrir el potencial de innovar con sentido.

Las iniciativas aisladas tienen una repercusión muy acotada y, por supuesto, no son transformacionales. Esto crea una rápida frustración en el núcleo corporativo que ve como los fondos reservados para I+D+i no trascienden a los resultados de la empresa.

Unas veces esto traerá como consecuencia el cortar de raíz de cualquier iniciativa de este tipo, aludiendo a esa manida afirmación de que “esto de la innovación lo hemos intentado, pero no funciona en nuestra empresa”. Esta es la postura que yo llamo de “aceptación frente al fracaso”.

Otras veces, en cambio, la consecuencia es que, aunque las iniciativas y la inversión no se detengan, sí que lo hacen las expectativas sobre lo qué la innovación puede aportar. Es decir, se siguen llevando a cabo proyectos, pero con otras motivaciones secundarias, como mejorar la imagen de empresa, tener más discurso comercial frente a la competencia y otros intangibles similares, pero nunca jamás se espera que de esos proyectos salga algo que repercuta en el núcleo corporativo. Esta postura es la que yo llamo de “resignación frente al fracaso”.

Pero, independientemente de la casuística particular, el trasfondo es el mismo. Al final, es ese desconocimiento sobre lo que la innovación sistemática puede y debe aportar lo que evita que ese empresario luche con tesón por un escenario que favorezca la innovación transversal y transformacional.

En este caso, para mí, la mejor arma es la empatía. No es cuestión de querer vender las bondades de la innovación a modo casi evangelizador, es cuestión de mostrar a esos empresarios cómo otras empresas que son competencia directa suya se están aprovechando del I+D+i para aumentar su cifra de negocio, para diferenciarse del resto, para ampliar su red de contactos y sinergias, para ganar visibilidad en su campo, etc.

Mi visión es que sólo así conseguiremos hacer que la innovación cale, incluso en los más escépticos. Y es que la naturaleza humana tiende siempre a intentar poner orden en esa entropía que es el universo que nos rodea, de modo que sólo mostrando al empresario cómo la innovación puede ser un componente clave en la ordenación de ese sistema complejo que es su empresa seremos capaces de abrir su mente.

 

2. EL FALSO PREJUICIO DE QUE INNOVAR ES CARO

Los costes asociados al I+D+i no deben de considerarse como un gasto y, por tanto, tampoco contabilizarse dentro de la P&L (Profit & Loss Statement), sino como una inversión que se activa y amortiza de forma paulatina a lo largo del desarrollo del proyecto, repercutiendo así en la cifra del balance de situación de la empresa.

Esto es lo primero que tenemos que tener claro, porque muchas empresas comenten errores muy graves a nivel contable que pueden, incluso, comprometer su bienestar económico. Es decir, una subvención mal gestionada, en vez de una ayuda, puede ser un gran dolor de cabeza, resultando totalmente contraproducente.

De hecho, la mayoría de las empresas que afirman eso de que innovar es caro es porque han tenido una mala experiencia a nivel gestión o contable, ya sea por inexperiencia o por el escaso control sobre el propio proyecto.

Por tanto, la clave de hacer un I+D+i sostenible está en cuidar con mimo ciertos aspectos que no deben escaparse nunca de nuestro control. A saber:

  • Salarios del personal, a tiempo total o parcial, involucrados en el proyecto de I+D+i: esto claramente es una inversión. Un dinero que yo pongo como empresa con el fin de desarrollar un producto, y que puede, o no, tener asociada algún tipo de ayuda o subvención asociada.
  • Tipos de contratos de este mismo personal: para poder ser considerado una inversión todo tiene que estar bien atado. El contrato tiene que ser de investigación, fijo (dónde no se especifica a qué dedica el tiempo el trabajador) o por obra y servicio (especificando el proyecto concreto siempre y cuidando mucho las fechas y renovaciones pertinentes).
  • Control horario de este mismo personal: el control de horas asociadas a cada proyecto I+D+i tiene que ser impecable. No puede haber ningún tipo de dudas y todo tiene que llevarse al día de forma escrupulosa. Es la única manera de poder innovar de forma sistemática y poder dar respuesta consistente a las numerosas justificaciones que exigen las tareas de I+D+i.
  • Importes obtenidos por subvenciones: hemos de saber activar estas cantidades de forma correcta, independientemente de si el dinero llega al principio (total o parcialmente), por tramos o hitos o al finalizar el proyecto (y tras justificación). Esto quiere decir que, para no comprometer los recursos financieros de la empresa y hacer el proyecto sostenible, estas ayudas han de activarse a nivel contable en paralelo a la producción. Aquí es conveniente conocer el concepto contable de variación de existencias por productos en curso semiterminados, terminados, etc.

El peligro de subestimar estos aspectos es potencialmente muy alto:

  • Puede ocurrir que los gastos asociados al proyecto hagan insostenible su continuidad, quedándonos sin el producto y teniendo incluso que devolver dinero, si se nos ha adelantado algún porcentaje de una subvención. Aquí la gestión del valor ganado, un término muy recurrente en gestión de proyectos, es clave.
  • Pueden retirarnos total o parcialmente el teórico importe que se nos ha otorgado en una subvención, teniendo de nuevo incluso que devolver dinero si no está todo correctamente justificado.
  • Podemos perder la visión real de los números y la situación de mi empresa debido al emborronamiento de los gastos de I+D+i mal contabilizados.
  • Podemos perder la oportunidad de solicitar otros beneficios fiscales por realizar labores de I+D+i, como son las deducciones y bonificaciones fiscales.
  • Situaciones todas ellas más o menos graves cuyo impacto negativo se puede amplificar si se hacen extensibles a varios de los proyectos simultáneos del porfolio de I+D+i. Sobre todo si por el hecho de no llevar un control adecuado se comenten incongruencias cruzadas entre diferentes proyectos que puedan ser penalizadas, incluso por la agencia tributaria, con graves multas económicas.

Son consecuencias, por tanto, que pueden hacer que de verdad tengamos que decir aquello de: “qué caro es innovar”, por ello, mi recomendación en este sentido siempre es la misma:

  • No aspiremos a ser como Google el día de mañana.
  • Empecemos por un proyecto de I+D+i con el que nos sintamos cómodos, afiancémoslo, acelerémoslo y ganemos confianza.
  • Será entonces buen momento para introducir otro proyecto más en paralelo en nuestro porfolio innovador para familiarizarnos con la casuística de la simultaneidad.
  • Y poco a poco, de forma orgánica, cuando tengamos esto dominado, estoy seguro de que iréis sumando más y más iniciativas, internas y/o para clientes.

 

3. FINANCIACIONES, SUBVENCIONES, DEDUCCIONES Y BONIFICACIONES FISCALES

Comencemos haciendo una síntesis de cómo estos conceptos intervienen en el ecosistema del I+D+i:

  • El I+D+i es objeto de ayudas y subvenciones con importantes tramos a fondo perdido, dependiendo del ámbito territorial y la convocatoria particular. A lo anterior, se ha de sumar, además, ventajosas financiaciones por los tramos no subvencionables.
  • Se pueden solicitar deducciones fiscales con % variables según la catalogación del desarrollo, lo cual tendría también repercusión positiva en mi cifra de impuestos.
  • Y por último, bajo una serie de condicionantes, incluso, puedo solicitar bonificaciones respecto a la cifra de las cuotas de Seguridad Social del personal investigador.

Puntualizaciones que se deben conocer en este sentido:

  • No se pueden pedir 2 subvenciones por el mismo concepto exacto, sea o no dentro del mismo espacio tiempo, incluso si la convocatoria y el organismo nada tienen que ver. Si la agencia tributaria cruzara datos y viera este hecho podría obligarnos a devolver una de las ayudas, además de imponernos una cuantiosa sanción. En un artículo anterior, trataba el cómo podemos evitar este problema.
  • Como las convocatorias tardan mucho en resolverse es potencialmente posible que pida varias ayudas por el mismo concepto exacto, sencillamente porque no puedo dejar pasar oportunidades asumiendo que me concederán las ayudas ya solicitadas cuando no tengo garantías de ello. Si se diera el caso de que al final me conceden varias ayudas por el mismo concepto exacto, debería de quedarme con una, renunciando al resto por escrito dentro del plazo hábil que existe previo a las resoluciones definitivas.
  • Si pido un importe concreto a una convocatoria, pero luego al ejecutarlo se incrementa, no existe la posibilidad de ampliar la ayuda concedida. Sin embargo, si lo ejecuto en menos tiempo y presupuesto que lo inicialmente estimado, la ayuda se autoajustará al nuevo alcance, teniendo que tener aquí mucho cuidado, porque si el porcentaje de reducción es superior normalmente al 20% puede, incluso, suponer la perdida completa de la subvención.
  • Evidentemente, dado los plazos de resolución tan largos, es posible que llegado el momento de la resolución definitiva de la convocatoria el personal que dije que iba a llevar a cabo el proyecto en una primera instancia ya no esté disponible (esté en otro proyecto o incluso ya no esté en la empresa). Si se diera este caso, debo proponer otro perfil de similar cualificación, contrato y salario, comunicando el cambio al organismo competente. Una justificación que se debe hacer antes incluso de arrancar el proyecto para minimizar problemas, o si no hay más remedio durante su trascurso si el cambio de personal se da a mitad del desarrollo.
  • Para pedir deducciones fiscales hemos de aprender a diferenciar lo que es innovación (I – Deducción al 25%), de lo que es investigación tecnológica (i – Deducción al 12%), una investigación tecnológica que se suele dar mucho a nivel interno, casi sin darnos cuenta, y sin control alguno, lo que supone un grave problema puesto que no podemos deducírnoslo. Otro aspecto más que remarca la importancia de una buena gestión del porfolio de proyectos.
  • Además, apuntar que estas deducciones fiscales no son importes que se me vayan a abonar, sino que dejo de pagar de mi cifra de impuestos anuales. Por lo que, existe un límite que me puedo aplicar anualmente (entre el 25-42%). Sin embargo, lo que dejo de aplicar cada cierre de año no lo pierdo y lo puedo repercutir en años posteriores con una retroactividad de hasta 18 años.
  • Y para terminar, hablaré de las bonificaciones. Un término más desconocido que premia a las empresas que tienen personal dedicado exclusivamente al I+D+i, reconociendo esta labor con un descuento de hasta el 40% en las cuotas de la Seguridad Social de los investigadores.

 

En resumen, hacer I+D+i de forma sistemática y con un plan de fondo es realmente ventajoso para cualquier empresa, ya que desarrolla nuevos servicios y/o productos casi a coste cero, para empezar a generar nuevos ingresos recurrentes que garanticen la estabilidad presente y futura de la corporación.

Ahora que tienes claro qué significa innovar de forma sostenible y las ventajas que puede suponer para tu empresa., te invitamos a contactarnos en pimorenoc@inforges.es para que puedas recibir el mejor asesoramiento a la hora de implantar un Sistema de Innovación Sostenible y Sistemático en tu corporación.

 

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